lunes, 19 de abril de 2010

the mente


El minutero avanzaba, sentada en el primer banco del aula se distraía pensando y viajando en su cabeza, consideraba necesaria (urgente e inevitable) otra charla con su reflejo, consultar el oráculo del otro yo (del que sabía que sabía lo que en realidad estaba ocurriendo). Recapacitó sobre dudas existenciales, y llegó a la conclusión de que cada persona es un universo en miniatura, tan amplio y con tantas vueltas que era imposible terminar de conocerlo, tal y como nos pasa a todos los hombres. Sintió que se perdía entre un mar cada vez mas grande de ideas
Pero nada de eso parecía alterar el tiempo, y si nada altera algo tan abstracto , menos podía alterar el universo de su mente que se mezclaba con músicas y colores.
Pedestales y derroches de lágrimas habían invadido su locura natural desde hacía un tiempo, pero lo nato no se pierde, queda, y hoy lo reconocía de cerca y veía las obsesiones de lejos.
Ama perderse entre los confines de su absurda visión de la vida.

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