lunes, 22 de febrero de 2010

Quizas, porque

Quizas porque no era ese su día. Quizas porque no tenía que salir al mundo ese domingo. Era caluroso, pesado, y tenía un olor a soledad mas marcado que otros domingos. Se levantó temprano, después desayunó un café y se miró al espejo; pero no le gustó lo que reflejaba y empezó a pensar que era por su cara, su cuerpo, su pelo. Quizas porque son vanalidades, que por momentos pueden resultar poco vanas, pero siempre es mas fácil mirar y buscar lo superfluo.
El calor era cada vez mas pesado, rogaba por una lluvia mientras devoraba un helado en el balcón, un diluvio que borrara toda esa sensación de melancolía, amargura y disgusto.
Llegó la noche y afuera la humedad aplastaba, y sintió que la tormenta estaba en su cabeza.
Era un huracán, ejemplo irónico, arrasaba con todo, autoestima, alegría, tranquilidad, era una de esas olas pretenciosas, sobrerbias, que piden mas hasta romper el cerebro entero.
Quizas, porque buscaba algo que ella tambien buscaba, quizas ninguno de los dos podía saber bien que era.

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